El propósito de la economía del S. XXI
Vivimos inmersos en un escenario de grandes cambios generacionales, sociales y culturales protagonizados por un ciudadano global, digital y sostenible. Una nueva sociedad que pone en cuestión la configuración social y económica actual y demanda unas nuevas reglas del juego.
En el S. XXI las organizaciones se encuentran delante de un panorama disruptivo al cual deben hacer frente -la baja confianza, la posverdad y la diversidad global-, estas son las características que conforman el escenario de las nuevas generaciones; un nuevo paradigma cultural y relacional, promovido por el nuevo rol ciudadano, que exige a las instituciones públicas y a las empresas un compromiso ético y social.
Son numerosos los estudios que ponen en evidencia el importante papel social que deben asumir las organizaciones, aunque todos ellos están planteados en clave de futuro, podemos pensar que el reto social es ya una realidad para muchas compañías. Así lo confirma el informe Approaching the future 2018 que concluye que el 71% de la población global no confía en las instituciones gubernamentales para solucionar los problemas que les afectan. El panorama de confrontaciones políticas y los cambios económicos acontecidos en los últimos años han condicionado la confianza de la ciudadanía en los gobiernos y pone de relieve el papel del sector privado para hacer frente a las demandas de la sociedad. El Barómetro de Confianza de Edelman apunta, también, en esta línea.
No hay marcha atrás, no sirve obviar la realidad más inmediata y seguir con modelos económicos obsoletos. Esta tendencia global pone en evidencia que el capital privado, tiene ahora, un gran reto social: dar respuesta a las exigencias de transparencia y confianza exigidas por la sociedad. La integridad, la benevolencia, la honestidad y la gestión medioambiental deben ser los motores de las empresas en un contexto marcado por la incertidumbre.
El capital privado debe poner en marcha procesos que ayuden a integrar los problemas sociales, ambientales y éticos en sus operaciones de negocio. Pero estos procesos y modelos de negocio no pueden ser una mera estrategia comercial, deben formar parte del ADN de las compañías; es la misión de la empresa basada en valores y propósitos sociales. El sector privado tiene en sus manos el poder de convertirse en agente del cambio a partir de la responsabilidad corporativa y del desarrollo sostenible, siempre y cuando -como demanda la sociedad-, este propósito sea el motor de la empresa, el verdadero valor empresarial.
Un “Propósito” empresarial entendido como una herramienta estratégica que ayude a las empresas a desarrollar sus capacidades y les aporte la resiliencia necesaria para hacer frente a un mundo en constante transformación. Este nuevo posicionamiento reside en la intersección de la auténtica razón de ser de una empresa y de las necesidades humanas y sociales a las que debe dar respuesta: el cambio climático, la pobreza, los derechos humanos, etc.
No es tarea fácil, sin duda. Entramos en una nueva era económica basada en principios sociales. Una nueva economía donde solo las empresas capaces de integrar la ética y la confianza en la cultura empresarial podrán competir en el mercado con garantía de éxito. No es una oportunidad de negocio, es una relación humana y empática que tiene como consecuencia la generación de riqueza.
Cecilia Sales
Graduada en Comunicación por la Universitat Oberta de Catalunya
Máster en Nuevas Tendencias y Procesos de Innovación en Comunicación. Universidad Jaume I, Castellón
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