En la ciudad de Barcelona, los ciudadanos que vivimos y trabajamos en ella venimos observando como los cambios realizados en infraestructuras de ciudad, en transporte y en urbanismo, tienen un derrotero más especulativo y turístico que de bienestar ciudadano y todo con el fin de convertir la ciudad en un lugar atractivo para los visitantes. Los museos, el frontal marítimo, los restaurantes, hoteles, las reformas de fachadas y aceras, y un largo etcétera, dejan un cierto regusto amargo al ciudadano de a pie que vive y trabaja en la ciudad ya que va sufriendo las obras pero no acaba disfrutando del resultado.
La concentración de personas que circulan por las aceras de las calles, la densidad continua del tráfico rodado, las intermitentes calles cortadas por obras, la ausencia de zonas verdes arboladas, pues las plazas y plazoletas de cemento con jardineras son un engaño, convierten a Barcelona en una ciudad estresada para quién vive permanentemente en ella, aunque agradable y acogedora para el visitante que la recorre durante una semana por sus reclamos arquitectónicos, climáticos, gastronómicos, fiesteros y playeros.
Vehículos
Según datos del propio ayuntamiento, cada día circulan por la ciudad de Barcelona 1.079.523 vehículos con una media de ocupación de 1,8 personas/vehículo. Barcelona se ha convertido en la ciudad europea con más densidad de vehículos (5.582/Km2) más del doble de Madrid o Valencia y más del triple de ciudades como Londres o París.
Barcelona sufre de forma intermitente y periódica altos niveles de contaminación superando el límite de 40 microgramos de dióxido de Nitrógeno (NO2) por metro cúbico de aire, llegando incluso a 52 microgramos, como por ejemplo durante la semana del Mobile World Congress, lo que supone un índice de alta contaminación y convirtiendo la ciudad en una de las más contaminadas de Europa.
El coche privado ocupa entre el 60%-70% del espacio público.
Las medidas tomadas por el ayuntamiento, tímidas y poco comprometidas, son del todo insuficientes e insatisfactorias, pues a día de hoy seguimos con el mismo modelo de ciudad.
Agencia de Residuos de Catalunya
En el año 2017 en Barcelona ciudad la población era de 1.620.809 habitantes. La recogida de residuos urbanos en toda la urbe y desde hace años, se realiza de forma selectiva: vidrio, papel/cartón, envases domésticos ligeros, materia orgánica y contenedores de residuos genéricos (los de toda la vida). Existen también más de 20 Puntos Verdes para residuos especiales como aceites, residuos electrónicos, textil, etc. Sin embargo podemos resaltar que la recogida selectiva no es del todo óptima y da por pensar que muchos plásticos, papeles, residuos orgánicos y otros residuos van a parar a los contenedores de residuos genéricos.
Toneladas/año | Residuos Municipales Totales | 759.522 |
Toneladas/año | Total Recogida Selectiva | 269.400 |
Kilogramos por habitante/año | Residuos Municipales Totales | 468 |
Kilogramos por habitante/año | Total Recogida Selectiva | 166 |
El desfase existente entre los residuos totales y los que se recogen de forma selectiva indican que aún falta mucha labor de información y concienciación entre la población y es indicativo además de que muchos hogares no separan los residuos.
Zonas Verdes
Barcelona es una ciudad muy compacta sin ningún parque en el centro que actúe de pulmón de la ciudad. Según el “Centre de Recerca en Epidemiología Ambiental” (CREAL), hay excesivos vehículos y pocos espacios verdes pues los arboles de las aceras no pueden realizar la función de espacio natural.
La cantidad de verdor cerca de los ciudadanos fue un tema que se trató en la Cumbre del Clima de París (2015) acordando la cifra de 15-20 m2 de verdor por habitante. En Barcelona ciudad sólo hay 7m2 por habitante incluyendo los arboles de las aceras, lo cual dista mucho de los 40 m2 de la ciudad de Vitoria (ciudad que ha hecho muy bien los deberes).
La superficie de la ciudad es de 10.216 ha, siendo la superficie verde de 1.129 ha de las cuales 933 ha están a cargo de Parques y Jardines del Ayuntamiento.
Barcelona no es ni por asomo una ciudad resiliente al Cambio Climático pues hay que tener en cuenta que los arboles ayudan a mitigar el efecto “isla de calor” de las ciudades, reducen el ruido y la contaminación proporcionando salud y bienestar a los ciudadanos que viven y trabajan en ella.
Para concluir, se hace más necesario que nunca un cambio de paradigma. En Barcelona existen demasiados vehículos y pocos espacios verdes. Los coches son los reyes de la calzada, lo cual contribuye a los elevados niveles de contaminación y el Cambio Climático acentúa más está situación.
Quizás todos estos inconvenientes convierten al ciudadano en incrédulo en cuanto a acciones personales sostenibles como por ejemplo la segregación de sus residuos.
Fuente: datos extraídos en la información que aporta el Ayuntamiento de Barcelona en sus plataformas.