DEL YO AL NOSOTROS – Mi propósito de Año Nuevo

Artículo de David Korten para YES! Magazine, diciembre de 2018.

En el año 2019, sería necesario ir más allá del mito del “hombre individual” y reconocer nuestra profunda interdependencia y responsabilidades hacia la naturaleza y hacia los otros.

No es probable que muchos de nosotros lloremos la despedida del año 2018. Ha sido un año profundamente problemático, definido por incendios forestales, inundaciones, terremotos, escasez de agua, caos financiero, estancamiento político, flujos de personas desplazadas, aumento de la brecha entre ricos y pobres, surgimiento de liderazgos autoritarios y una importante advertencia  científica sobre el impacto del cambio climático.

He estado reflexionando sobre mi propósito de Año Nuevo para el 2019. Claramente, se necesita un cambio profundo. Pero, ¿Qué puedo hacer yo ante la magnitud del problema? ¿La promesa de bajar mi termostato? ¿Comprar un coche eléctrico? ¿Dar una caridad? ¿Acoger a un refugiado? Son muchas las posibilidades que acuden a mi mente, incluso aquellas que podrían implicar mayores compromisos me parecen irrelevantes, dada la dimensión del problema.

El problema no soy yo, ni tú, tampoco los de mí alrededor. El problema somos “nosotros”, el inmenso nosotros, la humanidad. Aquello en lo que creemos, en cómo vivimos, en cómo nos relacionamos con los demás y con el planeta Tierra. Lo que hemos conseguido hasta ahora es totalmente erróneo, hay que hacerlo mejor. ¿Pero qué? ¿Estás de acuerdo que esto es un problema?

Tal vez el progreso signifique comenzar con honrar nuestras raíces africanas, el lugar de nacimiento de nuestra especie, que produjo la sabiduría del “Ubuntu”, que a menudo se traduce como “yo soy porque somos”. Ubuntu es una profunda verdad largamente ignorada por  “la llamada civilización occidental”,  pero que ahora la vanguardia de la ciencia contemporánea lo confirma: La vida es diversidad, complejidad. La vida es compleja, y sólo puede existir en las comunidades donde los organismos vivos juntos, crean y mantienen las condiciones esenciales para su existencia individual y colectiva.

No sólo dependemos los unos de los otros, sino que nuestra capacidad para vivir se basa en los servicios aportados por los muchos miembros de la comunidad de la vida- las abejas que polinizan las flores, los árboles esenciales para el ciclo del agua, los escarabajos que ayudan a la descomposición de las plantas después de su muerte, los microbios que digieren mi comida para que mi cuerpo pueda usar su energía y sus nutrientes. Sin estos ingentes y maravillosos seres diversos, la Tierra sería otra roca inerte flotando en el espacio.

Tengo la sensación de que la humanidad está despertando a una profunda verdad: Nosotros- el inmenso nosotros- o prosperamos juntos o agonizaremos  juntos. Ello trae a mi mente el reconocimiento de que muchos de los mitos por los cuales vivimos, son falsedades tan divorciadas de la realidad que amenazan nuestra existencia mutua.

Es profundamente desmoralizador darse cuenta que aquello que llamamos civilización occidental se basa en engaños. El mito de la individualidad, el de la libertad sin responsabilidad hacia el prójimo, el mito de que las sociedades que se construyen en base a la explotación de las personas y de la naturaleza son consideradas civilizaciones moralmente superiores respecto de los pueblos que asolan, el mito de que el gobierno de los ricos de nuestras sociedades, es una forma de democracia.

Y también, nuestra sociedad se basa en el mito de que nuestro bienestar se ve reforzado por las instituciones, las tecnologías y la infraestructura de las transacciones financieras que sustituyen las relaciones y nos aíslan de los otros. Muchos de nosotros, vivimos solos, viajamos en vehículos solos, compramos lo que necesitamos en Amazon.com, sin necesidad de contacto con otro ser vivo, porque la sociedad no ofrece alternativas atractivas. Celebramos nuestra “libertad”, sin embargo nos preguntamos: ¿Por qué empeora la salud mental y aumentan los suicidios?

A medida que nos acercamos a 2019, veo señales de esperanza de un general despertar hacia la verdad, o bien abrazamos las responsabilidades de la comunidad de la vida para prosperar o bien agonizaremos en la libertad del individualismo y de la soledad.

Donde quiera que vaya; en conversaciones espontáneas con vecinos, en los encuentros en Corea del Sur, junto al alcalde de Seúl o bien en conversaciones sobre estrategia global con otros miembros del Club de Roma en Europa y África; estoy encontrando una gran disposición para las discusiones sobre nuestra crisis global y el camino que existe más allá de ella. Estas discusiones rebasan las líneas de raza, religión y clase, superan todo aquello que he experimentado en anteriores ocasiones.

Condicionados a pensar y actuar desde el individualismo del “yo” podemos encontrar dificultades en mantenernos en el espacio del “nosotros”. Sin embargo, la conversación del “nosotros” es esencial para la tarea de crear una civilización verdaderamente civilizada y democrática que funcione para la vida en general.

Entonces, ¿Mi propósito de año nuevo? Será dedicar mi tiempo y energía en cada oportunidad que aparezca para fomentar y participar de estas conversaciones, para conseguir  salir del concepto “yo, individual” hacia el concepto“nosotros”. Espero que también consideres hacer de ello un propósito para ti.

David Korten, escribió este articulo para YES! Magazine, del cual es cofundador.

Es Presidente de Living Economies Forum.

Miembro del Club de Roma.

Autor de libros, como: “Cuando las Corporaciones gobiernan el mundo”, “Cambie la historia, cambie el futuro: una economía viva para una Tierra viva

Su trabajo se basa en las lecciones de los 21 años que él y su esposa, Fran, vivieron y trabajaron en África, Asia y América Latina en una búsqueda para acabar con la pobreza mundial.

Visítalo en davidkorten.org. Síguelo en @dkorten y Facebook.

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